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sábado, 1 de julio de 2017

Un poco de caridad, por favor…


En estos tiempos, donde las despavoridas multitudes crecen sin motivo aparente, yendo todos a todos lados y lo peor, yendo a donde no  saben a dónde ir, van al final, a donde los lleven y el que los lleva, va por el intento de un lugar, rogando que ese destino, resulte ser una experiencia que deje huella en la vida de todos sus seres queridos.

Una época muy especial de fin de año, dónde todo se pone en oferta y las compras tienen su nivel de locura, comprando lo que no se necesita o por lo menos que sea una compra, para cuando se llegue a necesitar.  Luego, los productos empezarán a envejecer, esperando ese momento de uso, que nunca llegará y es precisamente, cuando uno los pone en el menaje de posibles regalos a ofrecer, para una ocasión de celebración de algún familiar, amigo o vecino; pensando para qué fue comprado dicho artículo y qué fue el motivo de gastar en algo tan caro.

Un verdadero atosigamiento peatonal, vehicular, gastronómico y existencial… Que de pronto, todo empieza a moverse en modo de despacio, haciéndonos meditar cuando vamos superando es estrés que causa el manejar, viendo a la gente toda, con las mismas prisas y tribulaciones, sus necesidades, sus problemas y sus vidas.  Gente soportando frío, caras angustiadas, no por las compras, sino por el sufrimiento que causa la pobreza y la desazón de querer salir adelante, sin las oportunidades que tienen los privilegiados, los que se esfuerzan diez veces más de lo normal, para lograr vivir decentemente. La miseria, la pobreza, la enfermedad, el vicio, o el pretexto que querer olvidar una vida tan cargada de los eternos problemas que no permiten la paz…

Una sociedad cargada de un vano materialismo, egoísta ante la realidad del semejante.  Una sociedad que se pierde entre la vanidad y la envidia de quién tiene lo mejor para sí, con el fin de soliviantar el dolor de los otros, haciéndolos ver, no lo que se tiene, sino lo que ellos, no tienen y que no lo tienen por ser una sociedad mediocre y un pueblo pobre.

Hablar de caridad en éstas épocas propicias, es fácil para unos, pero tema imposible para otros, pues son muchas las circunstancias o penas que la caridad, casi no representa el punto de satisfacción que la gente anda buscando en el mundo… Un mundo cada vez más alejado de la verdad.

La Caridad, como el sinónimo perfecto del amor que proviene de la misma esencia de Dios y que la proveyó al hombre, para que éste, estuviera cercano a su creador y que comprendiera esa dimensión divina para conectase con su semejante y poder estrechar su mano ofreciendo su ayuda para dar y hacer más fácil su existencia sobre la tierra y lograr una humanidad cada día mejor.

En ésta época, donde se habla tanto de amor… póngalo en la simple acción de la Caridad, llegando al necesitado, llevando sustento al que padece hambre, frío o cualquier necesidad.  Invite a su casa al que esté solo o desamparado.  Cocine un poco más de lo normal y compártalo.  No olvide visitar a los enfermos o recluidos.  Caridad, es el elemento verdadero que transforma no una vida, sino pueblos y naciones  completas… Recuerde que las grandes necesidades de un Estado de país, tienen su certera solución en un auténtico Estado de Caridad.  Por favor,  un poquito de Caridad y pasen unas fiestas maravillosas, con la satisfacción de haber contribuido a un mundo mejor...

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