Pensar en una política urgente para la escabrosa calamidad que sufre Guatemala, es dar patadas de ahogado, en el maremágnum de situaciones que van desde la desnutrición, hasta la corrupción, que ha invadido prácticamente a todos los sectores, que se dicen las fuerzas vivas del país.
El total desconocimiento de las herramientas sociales, políticas, económicas y morales, para la dirección sabia de los destinos del país, nos ponen a todos en la terrible realidad de no contar, no con un plan B, sino carecer plenamente de un plan, que trascienda al país, al siguiente estadio de proyección y que nuestra historia tenga a bien, recibir y albergar las buenas intenciones y el buen desarrollo de toda la nación.
Hoy, nos encontramos ante una picota de nuestro propio destino, con el descaro de la ambición desmedida y la ignorancia del cómo hacer, para buscar, entre tantos vericuetos, la justicia, los valores, la política verdadera, para que la riqueza fluya y llegue hasta el más lejano de los compatriotas.
Las componendas viles, el terrorismo interno, la violencia, la delincuencia con todas sus aristas y la mal intencionada corrupción y la ignorancia en el manejo del país, nos hacen vulnerables ante el mundo, no por miedo ante una invasión, sino por el ejemplo que damos, al ser un país de ingenuos, que no solo permitimos cualquier tipo de envestida, sino que lo queremos justificar, como una cosa normal y como parte de la naturaleza humana.
La situación es tan embarazosa, que nos empezamos a sentir indiferentes ante cualquier abuso o corrupción, que de súbito aparezca y lo peor, nos embadurnamos en la crítica, el chisme y los rumores, sin mover un solo dedo, como si se tratara de una situación muy lejana a nosotros mismos.
Es necesario entonces, reconocer la más urgente de las necesidades, la petición en el grado de súplica, el más importante de los derechos inalienables para todo ser humano, la mejor de las exigencias, el punto de partida para retomar el camino y el orden, para quitarnos la estúpida vergüenza social de encima, con la sencilla palabra de Dignidad señores… Es el reinicio de una verdadera convivencia humana, es el respeto a toda naturaleza y condición, para continuar como nación. Dignidad.
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